Revista: International Journal of Obstetric Anesthesia
2013 Factor de impacto: 1.832
Resumen:
Con más de cuatro millones de partos anuales sólo en los Estados Unidos y un aumento constante en la tasa de parto por cesárea, es probable que el parto tenga un enorme impacto en la aparición de dolor postparto agudo y posiblemente crónico. La conciencia reciente de que el dolor crónico puede ocurrir después del parto ha llevado a clínicos e investigadores a investigar este tema. La evidencia actual apunta hacia una incidencia relativamente baja de dolor crónico después de la cesárea, con tasas que oscilan entre 1% y 18%. Para proporcionar una posible explicación mecánica de la relativamente baja incidencia de dolor crónico después de la cesárea en comparación con la que después de otros tipos de cirugía, se ha propuesto que la secreción endógena de ocitocina puede conferir protección específica. Las intervenciones clínicas para reducir la incidencia y la gravedad del dolor postquirúrgico crónico no han sido sistemáticamente eficaces. Las explicaciones probables son que los fármacos que se han investigado fueron realmente ineficaces o que el efecto fue demasiado modesto, porque con una baja incidencia de dolor crónico, es probable que los estudios fueran insuficientes y no demostraran un efecto. Además, dado que no todas las mujeres requieren terapias preventivas, las pruebas preoperatorias que pueden identificar a las mujeres vulnerables al dolor pueden ser altamente beneficiosas. Se necesitan más investigaciones para identificar modelos válidos que predicen el dolor persistente para permitir intervenciones dirigidas a las mujeres más probabilidades de beneficiarse de terapias antihiperalgésicas más adaptadas.
Comentario:
En este artículo de revisión, publicado desde el punto de vista de un anestesiólogo, se pone de manifiesto la importancia cuantitativa del dolor crónico residual en un proceso tan común como el parto, por el que van a pasar la mayoría de las mujeres. Las cifras de dolor encontradas al año del alumbramiento alcanzan al 18% de las cesáreas y al 10% de los partos vaginales. Si bien el dolor crónico postoperatorio es inferior al que se produce en otras intervenciones quirúrgicas, no puede considerarse, por su amplio número, como un problema menor.
El artículo repasa los distintos factores implicados en la técnica quirúrgica de la cesárea (tipo de incisión, cierre de peritoneo, exteriorización uterina, simple o doble cierre uterino, …) y su repercusión en el dolor postoperatorio. También describe las distintas opciones empleadas para prevenir el dolor crónico y su valor terapéutico: Clonidina intratecal, infiltración de la herida quirúrgica, bloqueo del plano transverso abdominal, ketamina intravenosa o sulfato de magnesio intravenoso.
Es importante destacar el papel que podría jugar la Oxitocina como agente inhibidor de los mensajes nociceptivos (de dolor) originados en las fibras nerviosas C y Aδ.
Por último, una parte del trabajo revisa el papel de le exposición repetida (segunda cesárea, segunda episiotomía,…) como inductor de sensibilización central, lo que en cierta medida nos recuerda al “segundo golpe de Speransky”.