ISSN 1578-0740 Descarga
Revista: Matronas Profesión
Resumen:
Objetivo: Evaluar la efectividad de la administración de procaína sub-dérmica en bajas dosis en la cicatriz del parto vaginal o por cesárea para el alivio del dolor persistente posparto.
Pacientes, material y métodos: Estudio observacional y prospectivo de abril de 2014 a marzo de 2016, en mujeres con dolor persistente después de 10 días posparto. Se valoraron: variables demográficas, variables clínicas y obstétricas, motivo de consulta, grado del dolor según la escala visual analógica (EVA), y número de dosis de tratamiento recibidas y coste por dosis. El tratamiento utilizado fue la inyección subdérmica con procaína (1 mg/kg) en sesiones quincenales, hasta conseguir un dolor ≤1 según la EVA. Resultados: Se estudiaron 168 mujeres. La media de dolor antes del tratamiento fue de 5,52 en la escala EVA y de 0,17 al final, con una p <0,001. La edad mostró diferencias significativas interpacientes con una p <0,001, donde las pacientes mayores de 40 años tuvieron una valoración inicial del dolor más alta y por tanto necesitaron más sesiones, aunque también consiguieron un grado de dolor ≤1. El 80,9% de las pacientes terminaron el tratamiento a los 30 días con la tercera sesión. Conclusión: La aplicación de procaína subdérmica está asociada a la disminución del dolor persistente posparto.
Comentario:
Este es un interesante trabajo por haberse realizado en el servicio de Atenció a la Salut Sexual i Reproductiva (ASSIR), es decir, dentro del ámbito de la sanidad pública, en el Servicio Catalán de Salud lo que habla en favor de la penetración de la Terapia Neural en la medicina convencional, al menos en su formato más ortodoxo; aplicación de anestésico local a dosis bajas en la región dolorosa con efectos que se prolongan en el tiempo más allá de la vida media del anestésico utilizado.
Es un estudio sencillo con un número de casos representativo (168) llevado a cabo por un equipo de matronas y obstetra, algo que no es habitual pero que permite la intervención precoz sobre el dolor postparto antes de que se produzca la primera visita ginecológica (que suele suceder a las 6 semanas de haberse producido dicho parto).
Tal vez el criterio de inclusión como dolor persistente cuando se prolongue más allá de 10 días resulta poco restrictivo, no pudiendo diferenciar el dolor crónico según los criterios de la IASP (International Association for the Study of Pain, dolor crónico = > de 3 meses) del dolor residual de una cicatrización, por otro lado normal. Aunque el estudio dice que el tiempo hasta el inicio del tratamiento varió de los 10 días hasta los 7 años después del último parto sería conveniente conocer la distribución de dicho tiempo entre las pacientes para valorar la cronicidad del dolor y la posibilidad de haber recurrido a otros tratamientos, convencionales o no, más o menos fallidos. No siendo así, no podemos saber si el mero paso del tiempo (80,9% de las pacientes terminaron el tratamiento a los 30 días) es un factor importante en la disminución del dolor.
La falta de un grupo control no queda explicada en el artículo lo que le también puede ser objeto de crítica.
Mi conclusión es que este artículo muestra que se puede realizar investigación básica con pocos recursos y la patente necesidad de seguir contrastando la evidencia empírica de la terapia neural con más evidencia científica.
Por último, entre lineas aprecio la cercanía y sensibilidad del personal de enfermería al paciente con dolor y su apertura de miras ante las medicinas complementarias o distintas.